En el año 2002, la Organización Internacional del Trabajo estableció el 12 de junio como el Día Mundial contra el Trabajo Infantil.
Ésta acción se realizó con el fin de sensibilizar y comprometer a los estados a desarrollar acciones que aboguen por la prevención y erradicación del trabajo infantil.
Se determinó, que el mismo, es un problema social, complejo y multicausal, condicionado por factores económicos, políticos, sociales y culturales que se presenta de diversas maneras y en diferentes ámbitos, vulnerando derechos e impidiendo que el acceso a la educación pueda efectivizarse en plenitud.
El Ministerio de Educación de la Nación lleva adelante, estrategias que contribuyen a proteger a sus estudiantes, estableciendo que “Las autoridades educativas competentes participarán del desarrollo de sistemas locales de protección integral de derechos establecidos y promoverán la inclusión de niñas y niños en espacios escolares no formales como tránsito hacia procesos de reinserción escolar plenos. (…) Asimismo, participarán de las acciones preventivas para la erradicación efectiva del trabajo infantil”.
El Papa Francisco en diferentes oportunidades nos dice: Combatamos el fenómeno “de manera decidida, conjunta y contundente” para devolver a los pequeños la vida a la que tienen derecho.
No más niños que no puedan soñar, jugar o crecer. Para combatir el flagelo del trabajo infantil, que pone en peligro la salud de los más pequeños y los priva de su derecho a la educación y a vivir una infancia serena, hay que animar a los Estados y a los empresarios a “crear oportunidades de trabajo digno con salarios justos”, para que las familias no tengan que obligar a sus hijos a trabajar.
